Aborto: crónica de una vigilia histórica en la que nadie renunció a la calle

Nadie renuncia a la calle. Algunas decenas de senadores debaten en el recinto si legalizarán o no el aborto, hoy conminado a la clandestinidad, y en los alrededores del Congreso Nacional los manifestantes se multiplican de a miles. Empezó a pasar a la mañana y, a pesar de la lluvia y del frío, no deja de pasar. Bajan del subte, llegan en colectivos, caminan las últimas cuadras y ocupan espacio en la calle. Cantan, gritan, le pegan al parche de un bombo: hacen ruido.

Del lado verde, donde se concentran quienes exigen que el aborto sea legal, es imposible circular por la avenida Callao entre Rivadavia y Corrientes, y hay cientos de manifestantes hasta la avenida Córdoba. De ese mismo lado, la avenida Rivadavia y Avenida de Mayo están ocupadas hasta 9 de Julio. Y bien cerca de la Plaza de los Dos Congresos, es difícil caminar por Bartolomé Mitre y por Rodríguez Peña.

Del lado celeste, lugar de reunión de quienes se oponen a la legalización, hay manifestantes sobre la avenida Hipólito Yrigoyen entre Entre Ríos y Luis Sáenz Peña, y sobre Entre Ríos hasta la calle Alsina. "Vayan hasta la cuadra siguiente", anuncia una manifestante por megáfono ya de noche a un grupo que intenta llegar a Hipólito Yrigoyen por Solís: a esa altura, es imposible entrar en esa avenida.

Ni la lluvia ni la noche espantan a las miles y miles de chicas, jóvenes, mujeres, varones, abuelas, familias que se acercan al Congreso para pedir por el aborto legal. Sabían que haría frío, que podía llover. Están preparadas, preparados. Si en las horas previas a la votación algo puede cambiar la historia es la presión popular. Los cantos fuertes y las batucadas no paran, los reclamos deben llegar al recinto.

Sobre Avenida de Mayo, desde Callao hasta la 9 de Julio, la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito levantó cuatro carpas; doblando por Callao, también hay más escenarios. A las siete de la tarde, desde el escenario de Cerrito, se convocó a un pañuelazo masivo, y la avenida se cubrió de verde, una vez más, como para que quede claro de qué se trata esta marea verde. "Desde la Campaña convocamos a seguir movilizadas hasta el horario de la votación. Llamamos a las y los senadores a estar a la altura de los tiempos, que los dictan las más jóvenes. Para nosotras el voto lo dicta la calle", dijo una de sus referentes.

Un enorme pasacalle sobre la 9 de Julio dice "Estamos haciendo historia". Es la frase del día, se lee en carteles, en remeras, en las mochilas de los jóvenes.

Las calles del lado verde parecen una feria llena de puestos de organizaciones sociales, de derechos humanos, algunos partidos políticos. Siguen repartiendo folletos, que se mojan, otras ofrecen merchandising. En algunas carpas se dictan talleres de educación sexual, se habla de anticonceptivos, hay intervenciones artísticas. La lluvia no frena el reclamo.

Organizaciones participantes de la vigilia impulsan desde las 22 el hashtag #CacerolazoFederalPorElAbortoLegal y cacerolazos en todos los barrios del país para que los senadores voten a favor de las mujeres. La idea de las organizaciones y de la multitud verde que no abandona su lugar cerca del Congreso es que "se vota en el Senado pero se gana en la calle".

"Guardate un poco", le dice una madre de pañuelo celeste al mayor de sus dos hijos, e intenta agarrarlo del hombro para que quede guarecido debajo de un techo. Es que de a ratos llueve fuerte y los bordes internos de las veredas son el lugar más codiciado entre los manifestantes. Incluso entre los cientos que vinieron con paraguas. A los que no vinieron con paraguas les ofrecen pilotos parecidos a una bolsa de residuos a cincuenta pesos.

Sin embargo, en el medio de la calle un grupo de adolescentes y jóvenes se mojan y cantan: "Aquí estamos los que marchan por la vida de los dos". En el escenario, se alternan la introducción con armónica del Himno, que pone a miles de manifestantes a cantarlo, y la letra de "Zamba de mi esperanza", en las voces y guitarras de un grupo de folkloristas. "Vamos a esperar el resultado, que creemos que va a ser muy bueno", dice una mujer en el micrófono, y quienes se oponen al aborto legal rugen de alegría.

De boina y poncho, el director del Colegio Sagrada Familia de Bella Vista, Fernando Romero Moreno, sostiene un estandarte que identifica a esa institución y cuenta: "Vine con mi mujer y mis cuatro hijos. Invitamos a los alumnos -son 570 chicos en total- a venir pero cada uno hizo lo que quiso, nadie obliga a nadie". Son una de las cientas familias que vinieron a manifestarse en contra de la ley. También hubo columnas de adolescentes y jóvenes convocados por la parroquia a la que asisten, y en rondas más chicas, grupos de monjas.

"Hoy era importante venir porque es la votación que define todo y creemos que tenemos todo para ganar, así que vamos a tener motivos para festejar", se entusiasma Manuel, un chico de 16 años que llegó con otros adolescentes con los que asiste a un grupo parroquial de Merlo. "Sí a la vida, no al aborto", cantan a su alrededor. Y sacan selfies: en primer plano, sus pañuelos que dicen "Salvemos las dos vidas" y una sonrisa, y de fondo, la cúpula verde del Congreso.

Del lado celeste hay mucha más gente que la que había de este mismo lado cuando los diputados dieron media sanción a la legalización. Del lado verde pasa lo mismo, y tanto en aquella jornada maratónica como este miércoles a la noche, en estas calles son más los que exigen que se apruebe la ley que los que militan su rechazo del otro lado de la plaza. Llueve. Baja la temperatura. Pero no dejan de llegar manifestantes a uno y otro lado de la plaza. Es que la historia ocurre ahora mismo acá. Y para miles parece motivo suficiente para quedarse.